Elecciones Seccionales 2023

 





En estas elecciones seccionales se avizora una guerra de redes sociales promovidas por los 15 postulantes a ser administradores del Cantón, que están acompañados de compadres, panas, familiares, amigos influyentes, conocedores de procesos electorales, que le hablan al oído al candidato y se conforman equipos de campaña improvisados que no poseen disciplina, ni experiencia.

Salvo casos muy, pero muy excepcionales, las redes sociales no serán definitorias en los resultados de esta campaña política.

Hasta hoy se puede advertir que no existen muchos cuartos de guerra que han ordenado ya a sus responsables de estrategia digital “estar" en todas las redes, porque sus resultados están probados.

Por ello, ya observamos a los aspirantes transmitiendo en Facebook live, sus entrevistas, recorridos, actos, subiendo fotos a Instagram, difundiendo infografías en Pinterest, grabando videos para YouTube, reportando su minuto a minuto en Twitter y actualizando sus estados en Facebook.

Sin embargo, de poco o nada les servirá, no porque las redes sociales no sean útiles para el éxito de una estrategia electoral. Será, porque los candidatos y sus jefes de campaña no han entendido cómo detonar el potencial de estas plataformas para comunicarse con la ciudadanía.

Consideramos que el generar conexiones, es la clave de una estrategia digital en una campaña electoral, en estos momentos existen 15 candidatos a la alcaldía para un universo de 193.943 electores de los cuales 93.140 son hombres y 100.803 son mujeres en el cantón Loja.



Todos tienen derecho a esas conexiones, lo que los aspirantes y sus equipos no saben cómo lograr ¿Por qué? Básicamente, porque candidatos y estrategas se la pasan cometiendo errores ya comunes:

Nada garantiza que entre más presencia en redes se tenga, más penetración logrará un mensaje. Es decir, abrir una cuenta del candidato en Facebook, Twitter, Instagram, etcétera, es infructuoso, si no hay estrategia de comunicación, planeación de mensajes, segmentación de públicos y modulación del lenguaje.  Aún peor, no sólo es un error “estar por estar”, también lo es creer que se puede difundir exactamente lo mismo en todas las plataformas.

No existe comunicación doble vía, se percibe claramente la comunicación en una sola dirección,  el candidato se la pasa conjugando el verbo “estar” en la primera persona del singular, sin reaccionar a lo que los ciudadanos piensan, hacen y dicen. Se encuentra abundantes mensajes “estoy visitando a mis amigos de ‘tal’ lugar” o “estoy muy agradecido con el recibimiento que me dieron en ese lugar”. Este monólogo tiene sin duda un efecto alimentador en el ego del aspirante y en la autocomplacencia de su equipo, pues tienen sus redes repletas de contenido, pero sin darse cuenta de que el interés de la gente tiene el mismo grado de excitación que el de una piedra. En los casos extremos, emiten gestos de peligrosa soberbia al olvidar responder los comentarios de la ciudadanía.

Creen que un like es un voto, que pedir a sus simpatizantes den comentarios o like estamos bien, se obsesionan por el número de seguidores que tienen en sus cuentas y se vuelven locos por subir y subir. Todo, bajo la percepción alentada por el sentido común de que más es mejor, sin saber que lo que realmente importa no es la cifra de personas, sino el nivel de compromiso que éstas tienen con la campaña. Aquí radica la importancia de generar esa conexión candidato elector.



Mucho se desprecia lo que la gente piensa, los candidatos y sus equipos olvidan/esquivan responder los comentarios u opiniones de la ciudadanía. Esto ocurre, aun y cuando una de las máximas de la administración de comunidades es “no dejar una sola interacción sin atender”.  Por la improvisación, falta de disciplina, no contar con experiencia hace que todo el equipo estratégico de campaña olvide contar con herramientas tecnológicas de monitorización de la vida en el ciberespacio. No se trata solamente de saber qué se dice sobre nuestro candidato y su campaña o sobre nuestros contrincantes, sino cuáles son los problemas, preocupaciones e intereses de los que está hablando la gente y cómo podemos contribuir a darles solución. Aquí se empieza a generar la famosa y deseada conexión con la ciudadanía.

Los candidatos o jefes de campaña, consideran el tesoro más valioso el slogan, el jingle o el spot por los que pagaron varios miles de dólares, se olvidan de los listados con los nombres de las personas que han mostrado algún interés por el mensaje. En nuestra experiencia desde que se comenzó a utilizar la tecnología en las campañas electorales, en diversas ocasiones, nos hemos topado con cuartos de guerra en los que cada área de trabajo (llámese equipo en tierra, movimiento de mujeres, vinculación con ONG, estrategia digital, etcétera) tienen sus propias bases de datos, hechas con formularios y herramientas que sólo ellos entienden y que, por lo tanto, no son contrastables ni se pueden integrar. El resultado es un incomprensible océano de nombres, direcciones, teléfonos, correos electrónicos y cuentas de redes sociales con los que no se puede hacer absolutamente nada. Por ello, es necesario el uso de una plataforma tecnológica única que permita administrar, sistematizar y aprovechar esta información.



Por lo tanto nosotros consideramos que las redes sociales, si son utilizadas de forma estratégica y ordenada, son útiles. Pero, ¿las redes sociales ganan campañas?. Por sí solas no, aunque sin duda contribuyen a fortalecerlas o a derribarlas. Por ello, deben ser parte de la estrategia integral, al lado de las áreas de plataformas, como, inteligencia electoral, comunicación, imagen, mensaje, propaganda, trabajo en campo, eventos, recorridos y, en general, el todo en que se constituya una candidatura.